viernes, 31 de diciembre de 2010

Feliz Año nuevo para todos los lectores sobre todo para los jóvenes


SEÑOR: Estoy a punto de terminar mi Diario de este año. "Volumen 2010". Me queda en blanco su última página. y quiero a cabar con estas tres palabras:

Ayúdame porque, cerrado un volumen de mi vida, debo comenzar otro.
Ayúdame a no emborronar o malgastar las mismas o más páginas,
Lo hecho mal, perdonado está por tu bondad.
Lo por hacer, es un cheque en blanco; es mi nueva oportunidad...
Ayuda mi libertad.
No me hiciste marioneta... ni robot programado... ni puro instinto.
Puedo darte la espalda.
Eres Tú quien no puedes dármela.
Ayuda mis retornos
Fuiste Tú quien contaste todo aquello de la ''oveja perdida".
Del padre que tenía dos hijos. De la mujer adúltera.
Ayúdame en medio de mis éxitos:
¿Ves? Ya los he llamado ''míos", siendo así que eres Tú el autor de todo don.
Mira que cada momento de éxito me resulta más difícil de digerir
que todas las derrotas de mi vida.
Ayúdame para que no se me suban a la cabeza.
Para que no entre en delirios de estúpida autosuficiencia.
Para que te los atribuya a Ti y los utilice como instrumento de trabajo
para servir mejor a mis hermanos.
Ayúdame -¡cómo no!- en mis momentos bajos:
Ayúdame cuando tenga la sensación de no tener ni meta ni brújula ni horizonte.
Ayúdame cuando crea que ya no puedo más.
Ayúdame cuando mis redes salgan continua y completamente vacías.
Ayúdame cuando me duerma en la caridad asia mis hermanos,
Ayúdame cuando me crea o me sienta sola.
GRACIAS...
PERDÓN...
AYÚDANOS...
Te repito estas palabras, no sólo en nombre propio, sino en el de cuantos esta Noche no se acuerden de decírtelas o no te las quieran dirigir Y cierro, por fin, este volumen de mi diario.
Gracias por todo lo vivido espero en los jóvenes para que ellos también respondan a tu voz Señor,,,dejame seguir contigo en este camino de santidad y fidelidad a valido la pena dejarlo todo..por ti y seguire dandome, Aqui estoy Señor tu me has LLAMADO

martes, 7 de diciembre de 2010

martes, 16 de noviembre de 2010

La Santidad consiste en....

"El más santo es el más amante. Es quien más contempla a Dios y satisface más plenamente las necesidades de su mirada"......"Al que busca y gusta a Dios en todo, nadie puede impedirle permanecer solitario entre la multitud". "No se deja vencer por las cosas cambiantes, tiene la mirada simple e inalterable ante las imágenes mutables pues pasa por encima de ellas teniendo los ojos fijos en Dios".

viernes, 12 de noviembre de 2010

Un mensajes para los Jóvenes

Un mensaje para los jóvenes
A nosotros, nos toca hoy seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio. No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos.
Para los discípulos que quieren seguir e imitar a Cristo, el servir a los hermanos ya no es una mera opción, sino parte esencial de su ser. Un servicio que no se mide por los criterios mundanos de lo inmediato, lo material y vistoso, sino porque hace presente el amor de Dios a todos los hombres y en todas sus dimensiones, y da testimonio de Él, incluso con los gestos más sencillos. Al proponer este nuevo modo de relacionarse en la comunidad, basado en la lógica del amor y del servicio. Y quisiera que este mensaje llegara sobre todo a los jóvenes: precisamente a vosotros, este contenido esencial del Evangelio os indica la vía para que, renunciando a un modo de pensar egoísta, de cortos alcances, como tantas veces os proponen, y asumiendo el de Jesús, podáis realizaros plenamente y ser semilla de esperanza.

martes, 9 de noviembre de 2010

OS ESPERO EN MADRID


Muchísimas gracias. Desearía que estas breves palabras pudieran condensar los sentimientos de gratitud que albergo en mi interior al concluir mi visita a Santiago de Compostela y a Barcelona. Muchísimas gracias, Majestades, por haber querido estar aquí presentes. Agradezco las amables palabras que Vuestra Majestad ha tenido la gentileza de dirigirme y que son expresión del afecto de este noble pueblo hacia el Sucesor de Pedro. Asimismo, quiero manifestar mi cordial agradecimiento a las Autoridades que nos acompañan, a los Señores Arzobispos de Santiago de Compostela y de Barcelona, al Episcopado español y a tantas personas que, sin ahorrar sacrificios, han colaborado para que este viaje culmine felizmente. Agradezco vivamente a todos las continuas y delicadas atenciones que han tenido en estos días con el Papa, y que ponen de relieve el carácter hospitalario y acogedor de las gentes de estas tierras, tan cercanas a mi corazón.
En Compostela he querido unirme como un peregrino más a tantas personas de España, de Europa y de otros lugares del mundo, que llegan a la tumba del Apóstol para fortalecer su fe y recibir el perdón y la paz. Como Sucesor de Pedro, he venido además para confirmar a mis hermanos en la fe. Esa fe que en los albores del cristianismo llegó a estas tierras y se enraizó tan profundamente que ha ido forjando el espíritu, las costumbres, el arte y la idiosincrasia de sus gentes. Preservar y fomentar ese rico patrimonio espiritual, no sólo manifiesta el amor de un País hacia su historia y su cultura, sino que es también una vía privilegiada para transmitir a las jóvenes generaciones aquellos valores fundamentales tan necesarios para edificar un futuro de convivencia armónica y solidaria.
Los caminos que atravesaban Europa para llegar a Santiago eran muy diversos entre sí, cada uno con su lengua y sus particularidades, pero la fe era la misma. Había un lenguaje común, el Evangelio de Cristo. En cualquier lugar, el peregrino podía sentirse como en casa. Más allá de las diferencias nacionales, se sabía miembro de una gran familia, a la que pertenecían los demás peregrinos y habitantes que encontraba a su paso. Que esa fe alcance nuevo vigor en este Continente, y se convierta en fuente de inspiración, que haga crecer la solidaridad y el servicio a todos, especialmente a los grupos humanos y a las naciones más necesitadas.
En catalán:
A Barcelona, he tingut el gran goig de dedicar la Basílica de la Sagrada Família, que Gaudí va concebre com una lloança en pedra a Déu, i he visitat també una significativa institució eclesial de caràcter benèfico-social. Són com dos símbols en la Barcelona d’avui de la fecunditat d’aquesta mateixa fe, que va marcar també les entranyes d’aquest poble i que, a través de la caritat i de la bellesa del misteri de Déu, contribueix a crear una societat més digna de l’home. En efecte, la bellesa, la santedat i l’amor de Déu porten l’home a viure en el món amb esperança.
[En Barcelona, he tenido la inmensa alegría de dedicar la Basílica de la Sagrada Familia, que Gaudí concibió como una alabanza en piedra a Dios, y he visitado también una significativa institución eclesial de carácter benéfico-social. Son como dos símbolos en la Barcelona de hoy de la fecundidad de esa misma fe, que marcó también las entrañas de este pueblo y que, a través de la caridad y de la belleza del misterio de Dios, contribuye a crear una sociedad más digna del hombre. En efecto, la belleza, la santidad y el amor de Dios llevan al hombre a vivir en el mundo con esperanza.]
Regreso a Roma habiendo estado sólo en dos lugares de vuestra hermosa geografía. Sin embargo, con la oración y el pensamiento, he deseado abrazar a todos los españoles, sin excepción alguna, y a tantos otros que viven entre vosotros, sin haber nacido aquí. Llevo a todos en mi corazón y por todos rezo, en particular por los que sufren, y los pongo bajo el amparo materno de María Santísima, tan venerada e invocada en Galicia, en Cataluña y en los demás pueblos de España.
A Ella le pido también que os alcance del Altísimo copiosos dones celestiales, que os ayuden a vivir como una sola familia, guiados por la luz de la fe. Os bendigo en el nombre del Señor. Con su ayuda, nos veremos en Madrid, el año próximo, para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud. Adiós.

domingo, 31 de octubre de 2010

Dios tiene tiempo para nosotros...


"Nosotros tenemos siempre poco tiempo, especialmente para el Señor, a veces no sabemos o no queremos encontrarlo. En cambio, ¡Dios tiene tiempo para nosotros!". Benedicto XVI

jueves, 2 de septiembre de 2010

OS NECESITAMOS JÓVENES


Quien vive hoy la condición juvenil tiene que afrontar muchos problemas derivados de la desocupación, de la falta de referencias ideales seguras y de perspectivas concretas para el futuro. Entonces se puede tener la impresión de ser impotentes ante las crisis y a sus consecuencias actuales. ¡A pesar de las dificultades, no os dejéis desanimar y no renunciéis a vuestros sueños! Cultivad en cambio en el corazón deseos grandes de fraternidad, de justicia y de paz. El futuro está en las manos de quienes saben buscar y encontrar razones fuertes de vida y de esperanza. ¡Si queréis, el futuro está en vuestras manos, porque los dones y las riquezas que el Señor ha puesto en el corazón de cada uno de vosotros, plasmados por el encuentro con Cristo, pueden traer auténtica esperanza al mundo! Es la fe en su amor la que, haciéndoos fuertes y generosos, os darás el valor de afrontar con serenidad el camino de la vida y a asumir responsabilidades familiares y profesionales. Empeñaos en construir vuestro futuro a través de itinerarios serios de formación personal y de estudio, para servir de modo competente y generoso al bien común.En mi reciente Carta encíclica sobre el desarrollo humano integral, Caritas in veritate, he enumerado algunos grandes desafíos actuales, que son urgentes y esenciales para la vida en este mundo: el uso de los recursos de la tierra y el respeto de la ecología, la justa división de los bienes y el control de los mecanismos financieros, la solidaridad con los países pobres en el ámbito de la familia humana, la lucha contra el hambre en el mundo, la promoción de la dignidad del trabajo humano, el servicio a la cultura de la vida, la construcción de la paz entre los pueblos, el dialogo interreligioso, el buen uso de los medios de comunicación social.Son desafíos a los que estáis llamados a responder para construir un mundo más justo y fraterno. Son desafíos que requieren un proyecto de visa exigente y apasionante, en el que poner toda vuestra riqueza según el designio que Dios tiene sobre cada uno de vosotros. No se trata de realizar gestos heroicos ni extraordinarios, sino de actuar haciendo fructificar los propios talentos y las propias responsabilidades, empeñándose en progresar constantemente en la fe y en el amor.En este Año Sacerdotal, os invito a conocer la vida de los santos, en particular la de los santos sacerdotes. Veréis que Dios les guió y que encontraron su camino día a día, precisamente en la fe, en la esperanza y en el amor.

Cristo llama a cada uno de vosotros a comprometeros con Él y a asumir las propias responsabilidades para construir la civilización del amor. Si seguís su Palabra, también vuestro camino se iluminará y os conducirá a metas altas, que dan alegría y sentido pleno a la vida.

Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, os acompañe con su protección. Os aseguro mi recuerdo en la oración y os bendigo con gran afecto.BENEDICTO XVI

domingo, 22 de agosto de 2010

miércoles, 18 de agosto de 2010

Ven y sigueme

Jesús invita al joven rico a ir más allá de la satisfacción de sus aspiraciones y de sus proyectos personales, le dice: “¡Ven y sígueme!”. La vocación cristiana brota de una propuesta de amor del Señor y puede realizarse solo gracias a una respuesta de amor: "Jesús invita a sus discípulos al don total de su vida, sin cálculo ni intereses humanos, con una confianza en Dios sin reservas. Los santos acogen esta invitación exigente, y se ponen con humilde docilidad tras las huellas de Cristo crucificado y resucitado. Su perfección, en la lógica de la fe a veces humanamente incomprensible, consiste en no ser el centro de sí mismos, sino en escoger el ir contracorriente viviendo según el Evangelio” (Benedicto XVI, Homilía con ocasión de las Canonizaciones: L’Osservatore Romano, 12-13 octubre 2009, p. 6).
A ejemplo de tantos discípulos de Cristo, acoged también vosotros, queridos amigos, con gozo la invitación al seguimiento, para vivir intensamente y con fruto en este mundo. Con el Bautismo, de hecho, él llama a cada uno a seguirlo con acciones concretas, a amarlo por encima de todo y a servirlo en los hermanos. El joven rico, por desgracia, no acogió la invitación de Jesús y se fue entristecido. No había encontrado el valor de apartarse de los bienes materiales para encontrar el bien más grande propuesto por Jesús.La tristeza del joven rico del Evangelio es la que nace del corazón de cada uno cuando no se tiene el valor de seguir a Cristo, de realizar la elección correcta.

¡Pero nunca es demasiado tarde para responderle!Jesús no se cansa nunca de volver su mirada de amor y de llamar a ser sus discípulos, pero Él propone a algunos una elección más radical. En este Año Sacerdotal, quisiera exhortar a los jóvenes y a los chicos a estar atentos a si el Señor os invita a un don más grande, en el camino del Sacerdocio ministerial, y a hacerse disponibles a acoger con generosidad y entusiasmo este signo de especial predilección, emprendiendo con un sacerdote, con el director espiritual el necesario camino de discernimiento. ¡No tengáis miedo, vosotros, queridos jóvenes y queridas jóvenes, si el Señor os llama a la vida religiosa, monástica, misionera o de especial consagración: Él sabe dar gozo profundo a quien responde con valor!Invito, además, a cuantos sienten la llamada al matrimonio a acogerla con fe, empeñándose a poner bases sólidas para vivir un amor grande, fiel y abierto al don de la vida, que es riqueza y gracia para la sociedad y para la Iglesia.

viernes, 13 de agosto de 2010

Señor ¿Aquién iremos?


"Señor, ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn6,68). ¡Queridos jóvenes de la XV Jornada Mundial de la Juventud! Estas palabras de Pedro en el diálogo con Cristo al final del discurso sobre "el pan de vida", nos toca personalmente. En estos días hemos meditado la afirmación de Juan: "El Verbo se hizo carne y vino a habitar en medio de nosotros" (Jn 1,14). El evangelista nos ha llevado al gran misterio de la encarnación del Hijo de Dios, el Hijo que se nos dio a través de María "Cuando llego la plenitud de los tiempos" (Gal 4,4). En su nombre os saludo una vez más con gran afecto. Hemos llegado al culmen de la Jornada Mundial de la Juventud. Ayer a la tarde, queridos jóvenes, hemos confirmado nuestra fe en Cristo Jesús, el hijo de Dios que el Padre ha enviado, como ha recordado la primera lectura de hoy, a llevar el alegre anuncio a los pobres, a vendar las heridas de los corazones destrozados, a proclamar la libertad de los esclavos, la excarcelación de los prisioneros...a consolar a todos los afligidos"(Is 61,1-3). Con la celebración de hoy Jesús nos introduce en el conocimiento de un aspecto particular de si misterio. Hemos escuchado en el Evangelio un trozo de su discurso tenido en la sinagoga de Cafarnaum, después del milagro de la multiplicación de los panes, donde Él se revela como verdadero pan de la vida, el pan bajado del cielo para dar la vida al mundo (cfr Jn 6,51). Es un discurso que quienes escuchan no comprenden. La prospectiva en la que se mueven es demasiado material para recoger el verdadero entendimiento de Cristo. Ellos razonan en la óptica de la carne, que "no sirve para nada" (Jn 6,63). Jesús en cambio abre el discurso sobre los horizontes infinitos del Espíritu: "Las palabras que os he dejado –insiste- son espíritu y vida" (ibid). Pero el auditorio lo rechaza: "Este lenguaje es duro; ¿Quién puede entenderlo?" (Jn 6,60). Se juzgan (se creen) personas de buen sentido, con los pies en la tierra. Por esto sacuden la cabeza y, refunfuñando, se van uno después del otro. La muchedumbre se reduce progresivamente. Al final queda sólo un desapercibido grupo de los discípulos más fieles. Pero sobre "el pan de vida" Jesús no está dispuesto a transigir, está preparado también para afrontar la separación de los más íntimos: "¿Acaso también vosotros quereis marcharos?" (Jn 6,67). "Acaso también vosotros?" La pregunta de Cristo perdura por los siglos y llega hasta nosotros, nos interpela personalmente y solicita una decisión. ¿Cuál es nuestra respuesta? Querido jóvenes, si estamos aquí hoy, es porque nos reconocemos en la afirmación del apostol Pedro: "Señor, ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn6,68). De palabras en torno a vosotros se oyen tantas, pero Cristo solamente tiene palabras que resisten al desgaste del tiempo y quedan para la eternidad. La época en la que estais viviendo os impone alguna opción decisiva: la especialización en el estudi, la orientación en el trabajo, el mismo compromiso que asumir en la sociedad y en la Iglesia. Es importante darse cuenta que, entre tantas preguntas que afloran en vuestro Espíritu, las más decisivas no se refieren a "que cosa". La pregunta de fondo es "quien": hacia "quien" ir, a "quien" seguir, a "quien" confiar la propia vida. Y bien, queridos amigos: ¿No hay en esto la confirmación de cuanto hemos escuchado del apostol Pedro? Cada ser humano antes o después se encuentra exclamando con él: "Señor, ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida Eterna.En la pregunta de Pedro: ¿A quién iremos?" está ya la respuesta acerca del camino a recorrer. Es el camino que lleva a Cristo. Y el Maestro divino es alcanzable personalmente: esta realmente presente sobre los altares en la realidad de su cuerpo y de su sangre. En el sacrificio eucarístico nosotros podemos entrar en contacto, de modo misterioso pero real, con su persona, bebiendo de la vuente inagotable de su vida de Resucitado.

La Eucaristía es el sacramento de la presencia de Cristo que se nos da a nosotros porque nos ama. El ama a cada uno de nosotros de modo especial y único en la vida concreta de cada día: en la familia, entre los amigos, en el estudio y en el trabajo, en el descanso y en el ocio. Nos ama cuando llena de frescura las jornadas de nuestra existencia y también cuando, en el dolor, permite que la prueba se abata sobre nosotros: también a través de las pruebas más duras, Él nos hace sentir su voz. Si, queridos amigos, ¡Cristo nos ama y nos ama siempre! Nos ama también cuando lo defraudamos, cuando no correspondemos a sus esperanzas para con nosotros. Él no nos cierra los brazos de su misericordia. ¿Cómo no ser agradecidos a este Dios que nos ha redimido hasta la locura de la Cruz? ¿A este Dios que se ha puesto de nuestra parte y con nosotros permanecerá hasta el fin?


Celebrar la Eucaristía "comiendo su carne y bebiendo su sangre" significa aceptar la lógica de la Cruz y del servicio. Es decir, significa testimoniar la propia disponibilidad a sacrificarse por los otros, como ha hecho Él. De este testimonio tiene extrema necesidad nuestra sociedad, tienen necesidad, más que nunca, los jóvenes, frecuentemente tentados por los espejismos de una vida fácil y cómoda, de la droga y del hedonismo, para encontrarse después en la espiral de la desesperación, de la falta de sentido, de la violencia. Es urgente cambiar el camino en la dirección de Cristo, que es también la dirección de la justicia, de la solidaridad, del compromiso por una sociedad y un futuro digno del hombre. Esta es nuestra Eucaristía, esta es la respuesta que Cristo espera de nosotros, de vosotros, jóvenes, a la conclusión de este Jubileo. Jesús no ama las medias medidas y no duda de venir a nosotros con la pregunta: "¿Queréis marcharos también vosotros?". Con Pedro, delante de Cristo, "pan de vida", también nosotros, hoy, queremos repetir: "Señor, ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn6,68).

Regresando a vuestros lugares de origen, poned la Eucaristía en el centro de vuestra vida personal y comunitaria: amadla, adoradla, celebradla, sobretodo el Domingo, día del Señor. Vivid la Eucaristía testimoniando el amor de Dios por los hombres. Confío en vosotros, queridos amigos, esto que es el más grande don de Dios a nosotros, peregrinos sobre los caminos del tiempo, pero llevando en el tiempo la sed de eternidad. Pueda serviros siempre, en cada comunidad, un sacerdote que celebre la Eucaristía! Pido esto al Señor: que florezcan entre vosotros numerosas y santas vocaciones al sacerdocio. La Iglesia tiene necesidad de quien celebre también hoy, con corazón puro, el sacrificio eucarístico.

El mundo tiene necesidad de no ser privado de la presencia dulce y liberadora de Jesús vivo en la Eucaristía. Sed vosotros mismos ferviente testimonio de la presencia de Cristo sobre nuestros altares. La Eucaristía plasme vuestra vida, la vida de las familias que forméis. La Eucaristía oriente todas vuestras opciones de vida. La Eucaristía, presencia viva y real del amor trinitario de Dios, os inspire ideales de solidaridad y os haga vivir en comunión con vuestros hermanos dispersos en cada ángulo del planeta. De la partición de la Eucaristía brote, en particular, una nueva primavera de vocaciones a la vida religiosa, que asegure la presencia en la Iglesia de fuerzas frescas y generosas para el gran cometido de la nueva evangelización. Si alguno de vosotros, queridos jóvenes, advierte en sí la llamada del Señor a donarse totalmente a Él para amarlo "con corazón indiviso (cfr 1 Cor 7,34), no se deje frenar por la duda o el miedo. Diga con coraje su propio "sí" sin reservas, fiándose de Él que es fiel en todas sus promesas. ¿Acaso, no nos ha prometido, a quien dejare todo por Él, el ciento por uno aquí abajo y después la vida eterna? (cfr Mc 10,29-30).

Al término de esta jornada mundial, mirándoos a vosotros, a vuestros rostros jóvenes, vuestro entusiasmo sincero, quiero expresar, desde lo profundo del corazón, un "gracias" sentido a Dios por el don de la juventud, que por medio de vosotros permanece en la Iglesia y en el mundo. ¡Gracias a Dios por el camino de las Jornadas Mundiales de la Juventud! ¡Gracias a Dios por tantos jóvenes que han participado a lo largo de estos 16 años! Son jóvenes que ahora, llegados a adultos, continúan viviendo en la fe allí donde residen y trabajan. Estoy cierto que también vosotros, queridos amigos, estaréis a la altura de cuantos os han precedido. Vosotros llevareis el anuncio de Cristo en el nuevo milenio. Tornando a casa no os extraviéis. Confirmad y profundizad vuestra adhesión a la comunidad cristiana a ala que pertenecéis. Desde Roma, desde la ciudad de Pedro y de Pablo, el Papa os acompaña con afecto y, parafraseando una expresión de Santa Caterina de Siena, os dice: "Si sois aquello que debéis ser, incendiareis todo el mundo" (cfr Lett.368). Miro con fe esta nueva humanidad que se prepara también por medio de vosotros, miro a esta Iglesia perennemente rejuvenecida por el Espíritu de Cristo y que hoy se alegra de vuestros propósitos y de vuestro compromiso. Miro hacia el futuro y hago mías las palabras de una vieja plegaria que canta juntamente el don de Jesús, de la Eucaristía y de la Iglesia: "Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos has revelado por medio de Jesús, tu siervo. ¡A Ti la gloria por los siglos! Como este pan partido era disperso aquí y allá sobre las colinas, y recogido llego a ser una cosa, así se reúne la Iglesia en tu Reino desde los confines de la tierra... Tu, Señor omnipotente, has creado el universo para gloria de tu nombre; has dado a los hombres el alimento y la bebida para confortarles, a fin de que te den gracias; pero a nosotros nos has dado un alimento y una bebida espiritual y la vida eterna por medio de tu hijo... ¡Gloria a Ti, por los siglos!" (Didaché 9,3-4;10,3-4). Amén.

martes, 10 de agosto de 2010

JESUS TE LLAMA


Jesús ofrece un mensaje muy diferente. No lejos de aquí, Jesús llamó a sus primeros discípulos, así como hoy os está llamando a vosotros. Su llamada exige una elección entre las dos voces que compiten por vuestros corazones, aún ahora, en este mismo monte; la elección entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. ¿Qué voz escogerán seguir los jóvenes del siglo veintiuno? Poner vuestra fe en Jesús quiere decir que vosotros escogéis creer en lo que Él dice, no importa cuán extraño parezca, y rechazáis las pretensiones del mal, no importa cuán razonables o atractivas parezcan.

Pero Jesús no habla meramente de las Bienaventuranzas. Él vive las Bienaventuranzas. Él es las Bienaventuranzas. Si os fijáis en Él, vosotros veréis lo que significa ser pobre de espíritu, manso y misericordioso, afligido, justo, limpio de corazón y perseguido. Es por eso que él tiene derecho de decir: "Ven, sígueme a mí!" Él no dice meramente, "Haz lo que te digo". Él dice: "Ven, sígueme a mí!".

Vosotros escucháis su voz en este monte, y vosotros creéis lo que él dice. Pero como los primeros discípulos en el Mar de Galilea, vosotros tenéis que dejar atrás vuestras barcas y las redes, y eso no es nada fácil – especialmente cuando enfrentan a un futuro incierto y estáis tentados a perder la fe en su herencia cristiana. Ser buenos cristianos en el mundo de hoy puede parecer fuera de vuestro alcance o más allá de vuestras fuerzas. Pero Jesús no se pone a un lado y os deja solos a enfrentar el desafío. El siempre está a vuestro lado para transformar la debilidad en fortaleza. Confiad en él cuando dice: "Te basta mi gracia, que en la flaqueza llega al colmo el poder" (2 Cor 12:9)!

Los discípulos pasaron tiempo con el Señor. Llegaron a conocerle y a amarle profundamente. Descubrieron el significado de lo que el Apóstol Pedro una vez le dijo a Jesús: "Señor, ¿a donde iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6:68). Descubrieron que las palabras de vida eterna son las palabras del Sinaí y las palabras de las Bienaventuranzas. Y éste es el mensaje que llevaron a todas partes.

Al momento de su Ascensión, Jesús le dio una misión a los discípulos y les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id, pues; enseñad a todas las gentes…Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo" (Mt. 28:18-20). Durante dos mil años los seguidores de Jesús han llevado a cabo esta misión. Hoy, en el amanecer del Tercer Milenio, es vuestro turno. Ahora os toca a vosotros ir por el mundo y predicar el mensaje de los Diez Mandamientos y el de las Bienaventuranzas. Cuando Dios habla, habla acerca de cosas que son de la mayor importancia para cada persona, para las personas del siglo veintiuno no menos que para las del siglo primero. Los Diez Mandamientos y las Bienaventuranzas hablan de la verdad y la bondad, de la gracia y la libertad: de todo lo que es necesario para entrar en el Reino de Cristo. ¡Ahora es vuestro turno de ser valientes apóstoles de ese Reino!

¡Jóvenes de Tierra Santa, Jóvenes del mundo: respondedle al Señor con un corazón deseoso y dispuesto! Deseoso y dispuesto, como el corazón de la hija más ilustre de Galilea, María, la Madre de Jesús. ¿Cómo respondió ella? Ella dijo: "He aquí a la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1:38).

¡Oh Señor, Jesucristo, en este lugar que tu conocías y amabas tanto, ¡escucha a estos jóvenes corazones generosos! Continúa enseñando a esta gente joven la verdad de los Mandamientos y de las Bienaventuranzas! Hazlos testigos gozosos de tu verdad y apóstoles convencidos de tu Reino! ¡Acompáñalos siempre, especialmente en esos momentos en que seguirte a Tí y al Evangelio parece difícil y exigente! ¡Tú serás su fortaleza, Tú serás su victoria!

Oh Señor, Jesús, tú has hecho de estos jóvenes tus amigos: ¡manténlos siempre cerca de ti! Amén.

viernes, 23 de julio de 2010

El Secreto de la vocación está en la oración

Hace poco me habéis preguntado: ¿cómo se puede reconocer la llamada de Dios? Y bien, el secreto de la vocación está en la capacidad y en la alegría de distinguir, escuchar y seguir su voz. Pero para hacer esto, es necesario acostumbrar nuestro corazón a reconocer al Señor, a sentirle como una Persona que está cerca de mí y me ama. Como dije esta mañana, es importante aprender a vivir momentos de silencio interior en el día a día para ser capaces de escuchar la voz del Señor. Estad seguros de que si uno aprende a escuchar esta voz y a seguirla con generosidad, no tiene miedo de nada, sabe y siente que Dios está con él, con ella, que es Amigo, Padre y Hermano.
Dicho en una palabra: el secreto de la vocación está en la relación con Dios, en la oración que crece precisamente en el silencio interior, en la capacidad de escuchar que Dios está cerca. Y esto es verdad tanto antes de la decisión, en el momento, es decir, de decidir y de partir, como después, si se quiere ser fieles y perseverar en el camino. San Pedro Celestino fue ante todo esto: un hombre de escucha, de silencio interior, un hombre de oración, un hombre de Dios. Queridos jóvenes: encontrad siempre un espacio en vuestras jornadas para Dios, ¡para escucharle y hablarle!
Y aquí, quisiera deciros una segunda cosa: la verdadera oración no es de hecho extraña a la realidad. Si rezar os alienara, os quitase de vuestra vida real, estad en guardia: ¡no sería verdadera oración! Al contrario, el dialogo con Dios es garantía de verdad, de verdad consigo mismo y con los demás, y por tanto de libertad. Estar con Dios, escuchar su Palabra, en el Evangelio, en la liturgia de la Iglesia, defiende de las fascinaciones del orgullo y de la presunción, de las modas y de los conformismos, y da la fuerza de ser verdaderamente libres, incluso de ciertas tentaciones enmascaradas de cosas buenas.

Me habéis preguntado: ¿cómo podemos estar en el mundo sin ser del mundo? Os respondo: precisamente gracias a la oración, al contacto personal con Dios. No se trata de multiplicar las palabras - ya lo decía Jesús -, sino de estar en la presencia de Dios, haciendo propias, en la mente y en el corazón, las frases del "Padre Nuestro", que abraza todos los problemas de nuestra vida, o también adorando la Eucaristía, meditando el Evangelio en nuestra habitación, o participando con recogimiento en la liturgia. Todo esto no separa de la vida, sino que ayuda a ser verdaderamente uno mismo en todo ambiente, fieles a la voz de Dios que habla a la conciencia, libres de los condicionamientos del momento. (...) Quien le sigue no tiene miedo ni siquiera de renunciar a sí mismo, a su propia idea, porque "quien tiene a Dios, nada le falta", como decía santa Teresa de Ávila.

domingo, 11 de julio de 2010

Reflexión para estas Vacaciones


Cuando llega este tiempo de verano, me dirijo a todos los cristianos y hombres de buena voluntad que estáis en Valencia. Son muchas las personas que en este tiempo llegan a Valencia de otras partes del mundo; sois muchos los valencianos que viviendo aquí, os trasladáis de un lugar a otro, ya sea para pasar unos días en el sitio de origen o en otro lugar donde con vuestro esfuerzo habéis conseguido una casa de vacaciones; otros muchos os quedáis en el mismo paradero de siempre pero viviendo en este tiempo con unas connotaciones especiales. Los cristianos que caminamos en Valencia tenemos en este tiempo una nueva oportunidad de acoger y de anunciar a Jesucristo, de hacerlo creíble.¿Cómo? En estos ámbitos nuevos en los que desarrollamos nuestra vida, tenemos la posibilidad de encontrar la originalidad que tiene esa nueva manera de vivir que nos ofrece Jesucristo. ¿Por qué no hacemos la experiencia? Un hombre excepcional como fue San Pablo vivió esta experiencia en el camino de Damasco. Sin ningún miedo, se dejó interpelar por Jesucristo que le salió al camino. Con aquella luz que lo cegó, vio que se le ofrecían otras posibilidades para hacer el camino de su vida. Y él las aceptó, porque descubrió la vida con un sentido diferente y más hondo. ¿Por qué no podemos ser nosotros esos mismos que recibamos sin miedos la luz que viene de Jesucristo? Ciertamente, la experiencia enseña que quien se deja iluminar por esa luz tiene una manera nueva de estar en la vida: ahí tenemos a la pléyade de testigos de la fe que muchos de ellos han caminado con nosotros. Permitidme que os diga a las familias cristianas, precisamente en este tiempo, que os dejéis iluminar por esa luz. La familia tiene una capacidad original y única de transformación de la sociedad. Dejad que la luz de Jesucristo entre en vuestras vidas: en la de los esposos y en la de los hijos. ¡Qué diferencia más abismal de perspectivas! En el verano, vais a estar más tiempo juntos; las relaciones se van a hacer más intensas y pueden ser más profundas, ya que tenéis más tiempo para vivir desde la hondura de lo que sois. Todas las familias cristianas tenéis una oportunidad de vivir la gracia de lo que es la familia cristiana. Vivid la comunión interpersonal de amor y de vida. En esta situación vacilante de crisis, más que nunca necesitamos que pongáis el acento en el amor interpersonal auténtico, un amor fiel, único, exclusivo, totalizante y para toda la vida. Descubrid la grandeza del mismo. Sed una comunidad abierta con proyección social y eclesial, positiva y solidaria. Orientad así vuestra acción de esposos y la educación de vuestros hijos mediante la transmisión de los auténticos valores. Creedme que la fe, la esperanza y el amor de Cristo contribuyen a la santificación del mundo desde dentro a modo de fermento.Este verano, estoy seguro de que el Señor nos da una posibilidad nueva y nos ofrece para vivir nuevas realidades que enriquecen nuestra existencia. Suscitemos el dinamismo de la acogida: 1. Seamos capaces de suscitar un nuevo dinamismo, en la vida y en las vidas de los que nos rodean, que nace de la acogida. Ese dinamismo confiere la tensión de la búsqueda permanente, que nos hace más humanos. Quien busca encuentra. El dinamismo de la acogida es el que nos enseña Jesucristo con su vida. Nadie se sintió al lado del Señor extraño, indiferente, pasando de todo. Nunca el Señor se puso en contra del otro, sino que su acogida nos conducía a situarnos ante nosotros mismos y a favor del otro. A este respecto, recordemos el encuentro de Jesús con Zaqueo. La acogida del Señor de su persona y de toda su familia, suscitó en Zaqueo la necesidad de situarse ante sí mismo y de descubrir que tenía que hacer un cambio de vida. Por otra parte, le llevó también a situar la vida a favor siempre de los otros (cf. Lc 19, 1-10). En el verano abundan los diversos encuentros que tenemos la posibilidad de realizar: más tiempo en la familia, más tiempo con los amigos, más posibilidades de conocer nuevas personas. Dejemos que el Señor suscite ese dinamismo de Él en nuestras vidas, y en la acogida, tal y como Él la entendió. Hagamos que nuestra tierra sea lo que siempre fue, lugar de acogida y no de aparcamiento, lugar de distensión. Acojo al otro para que se dé a los demás, no lo acojo para mí, lo acojo para sí. Hagamos de nuestra tierra escuela de proximidad, semillero de fraternidad, escuela de solidaridad.

2. Seamos capaces dejar que se potencie en nuestra vida y en nuestra tierra el dinamismo de la acogida inteligente. Me explico. Estamos en el mundo para hacer lo mismo que el Señor hace con nosotros cuando le dejamos entrar en nuestra vida. En esa entrada nos abre la mente, nos entrega una visión nueva, nos da vista, nos agranda y desatasca el corazón. A la larga todo esto ayuda a hacerse verdadero, que es lo mismo que aprender a vivir y tener un criterio de verdad, que no es el del ilustrado que responde fríamente a las cuestiones que le preguntan con sus palabras y razones y por eso son respuestas frías, sino que nos hace entrar a la verdad por el amor. A este respecto, recuerdo el texto del ciego de Jericó que sentado junto al camino pedía limosna, y sintió el paso y el amor del Señor a quien gritó con fuerza, “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”. Y en esa situación el Señor le acoge inteligentemente y le dice, “¿qué quieres que te haga?”. La respuesta del ciego fue contundente: “¡Señor, que vea!”. Realmente, la acogida que efectúa el ciego, del Señor, le hace ver con una profundidad especial y única, le hace entrar en la verdad regalándole su mismo amor y llevándole a vivir de él. Precisamente por eso, “el pueblo, al verlo, alabó a Dios”. Disponemos de un nuevo verano para hacer lo mismo que el Señor y permitir que en la vida de otros suceda la experiencia del ciego, que otros vean lo que realmente hay que ver, tengan entrada en la verdad por el amor que el Señor hace caer en sus vidas.

3. Seamos capaces de dejarnos acoger por Jesucristo. Nadie se vuelve grande sin la apertura a quien es realmente Grande, a quien es Camino, Verdad y Vida. La historia nos enseña que la referencia a quien es Roca que sostiene, da seguridad, hace afrontar todo desde unas dimensiones absolutamente nuevas, tal y como nos ha sido revelado por Jesucristo. No acoger a Jesucristo introduce al ser humano en un avasallamiento de su existencia que empobrece, lo rompe, le altera su identidad y le expulsa de la posibilidad de tener un desarrollo de la vida en todas las dimensiones de la misma.

Es cierto que la apertura a Jesucristo produce la conversión que es imprescindible para transformar nuestra vida y darle la identidad verdadera. Dejémonos acoger y seamos agradecidos de ser acogidos por Jesucristo, que no tiene inconveniente en enseñarnos a querer, a saber más, a poder mucho más, a esperar siempre y a orar o establecer un diálogo permanentemente con Él

Con el deseo de que viváis un verano diferente porque entréis en el dinamismo de la acogida, con gran afecto, os bendice

+ Carlos, Arzobispo de Valencia

martes, 8 de junio de 2010

Tu Amor ha Crecido conmigo desde mi infancia....


Tú sabes, Dios mío, que yo nunca he deseado otra cosa que amarte. Noambiciono otra gloria.Tu amor me ha acompañado desde la infancia,ha ido creciendo conmigo, y ahora es un abismo cuyas profundidades no puedo sondear.
El amor llama al amor. Por eso, Jesús mío, mi amor se lanza hacia ti y quisiera colmar el abismo que lo atrae. Pero, ¡ay!, no es ni siquiera una gota de rocío perdida en el océano...
Para amarme como tú me amas, necesito pedirte prestado tu propio amor. Sólo entonces encontraré reposo.Jesús mío, tal vez sea una ilusión, pero creo que no podrás colmar a un alma de más amor del que has colmado la mía. Por eso me atrevo a pedirte que ames a los que me has dado como me has amado a mí. Si un día en el cielo descubro que los amas más que a mí, me alegraré, pues desde ahora mismo reconozco que esas almas merecen mucho más amor que la mía. Pero aquí abajo no puedo concebir una mayor inmensidad de amor del que te has dignado prodigarme a mí gratuitamente y sin mérito alguno de mi parte.

domingo, 9 de mayo de 2010

Para ti que Buscas un encuentro con Cristo...


La última cita de Benedicto XVI en este breve viaje a Malta fue con los jóvenes a quienes recordó que el encuentro personal con Jesús es una experiencia sobrecogedora de un amor que reconoce nuestras capacidades y errores que no rechaza a nadie, que reta al cambio y da la fuerza de oponerse a las presiones de un mundo hostil al mensaje evangélico.
Con la invitación a no tener miedo, el Papa narró la experiencia de San Pablo quien habiendo “perseguido con saña a la iglesia” tuvo un encuentro con el Señor en el camino de Damasco que trasformó su vida, “se convirtió en un discípulo y llegó a ser un gran apóstol y misionero.
“Dios ama a cada uno de nosotros con una profundidad y una intensidad que no podemos ni siquiera imaginar. Él nos conoce íntimamente, conoce cada una de nuestras capacidades y cada uno de nuestros errores. Puesto que nos ama tanto, desea purificarnos de nuestros errores y fortalecer nuestras virtudes de manera que podamos tener vida en abundancia. Aunque nos llame la atención cuando hay algo en nuestra vida que le desagrada, no nos rechaza, sino que nos pide cambiar y ser más perfectos. Esto es lo que le pidió a san Pablo en el camino de Damasco. Dios no rechaza a nadie, y la Iglesia tampoco rechaza a nadie. Más aún, en su gran amor, Dios nos reta a cada uno para que cambiemos y seamos mejores”.
El Santo Padre recordó que la llamada a no tener miedo y que se repite tantas veces en las Escrituras, en el anuncio del Ángel a María, en la invitación de Jesús a Pedro para que sea su discípulo, a Pablo en vísperas de su naufragio, es el mismo para todos aquellos que quieren seguir a Cristo como esposos, padres, sacerdotes, religiosos o fieles laicos
“No tengáis miedo. Encontrareis ciertamente oposición al mensaje del Evangelio. La cultura de hoy, como cualquier cultura, promueve ideas y valores que contrastan en ocasiones con las que vivía y predicaba nuestro Señor Jesucristo. A veces, estas ideas son presentadas con un gran poder de persuasión, reforzadas por los medios y por las presiones sociales de grupos hostiles a la fe cristiana. Cuando se es joven e impresionable, es fácil sufrir el influjo de otros para que aceptemos ideas y valores que sabemos que no son los que el Señor quiere de verdad para nosotros”.
En este contexto, al reiterar su llamamiento a confiar en Dios, sin temores, el Papa pidió a los jóvenes, en especial en este Año Sacerdotal, que estén abiertos a recibir la llamada del Señor y entregarse totalmente al servicio de su pueblo en el sacerdocio o en la vida consagrada.
Benedicto XVI no dejó de enaltecer la marcada fe y los valores cristianos de la sociedad maltesa, que defiende tanto al niño por nacer como la estabilidad familiar, que valora y cuida a sus ancianos y enfermos, un ejemplo significativo para “la sociedad europea donde los valores evangélicos están llegando a ser de nuevo una contracultura, como ocurría en tiempos de san Pablo”.

“Como cristianos, estamos llamados a manifestar el amor de Dios que incluye a todos. Por eso, hemos de socorrer al pobre, al débil, al marginado; tenemos que ocuparnos especialmente por los que pasan por momentos de dificultad, por los que padecen depresión o ansiedad; debemos atender a los discapacitados y hacer todo lo que esté en nuestra mano por promover su dignidad y calidad de vida; tendremos que prestar atención a las necesidades de los inmigrantes y de aquellos que buscan asilo en nuestra tierra; tenemos que tender una mano amiga a los creyentes y a los no creyentes.
Esta es la noble vocación de amor y servicio que todos nosotros hemos recibido. Que esto os impulse a dedicar vuestra vida a seguir a Cristo”.
Benedicto XVI

martes, 20 de abril de 2010

Cristo llama a cada Bautizado....


Cristo llama a cada bautizado a ser su apóstol en el propio ambiente de vida y en todo el mundo: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20,21).
Cristo, a través de su Iglesia, os confía la misión fundamental de comunicar a los demás el don de la salvación y os invita a participar en la construcción de su Reino. Os elige a pesar de los límites que cada uno tiene, porque os ama y cree en vosotros. Este amor de Cristo, incondicional, debe ser el alma de vuestro apostolado, según las palabras de san Pablo: "el amor de Cristo nos apremia" (2 Co 5, 14).
Ser discípulos de Cristo no es algo privado. Al contrario, el don de la fe hay que compartirlo con los demás. Por eso, el mismo Apóstol escribe: "Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!" (1 Co 9, 16). No olvidéis, además, que la fe se fortalece y crece cuando se comunica a los demás (cf. Redemptoris missio, 2).
La Iglesia de Cristo es una realidad atractiva y maravillosa. Es antigua, porque tiene casi dos mil años, pero al mismo tiempo, gracias al Espíritu Santo que la anima, es eternamente joven.La Iglesia es joven porque su mensaje de salvación es siempre actual. Es por esto que existe un diálogo muy importante entre la Iglesia y los jóvenes:«La Iglesia tiene tantas cosas que decir a los jóvenes, los jóvenes tienen tantas cosas que decir a la Iglesia. Este reciproco dialogo, –que se ha de llevar a cabo con gran cordialidad, claridad y valentía–... será fuente de riqueza y de juventud para la Iglesia...».

sábado, 10 de abril de 2010

No tengais miedo de dar la vida por CRISTO....

Todos somos provocados a descubrir la llamada de Dios, a la alegría de la generosidad y la entrega, a responder y compartir, a la alegría de dar y de saber recibir. Experiencias -la alegría, el dar y el recibir.

Es bueno y merece la pena que, en estos tiempos de manifiesta y difícil crisis vocacional, se nos llame y provoque, se nos invite a la generosidad y a la entrega, a darse, a compartir y entregar la vida, como María, Madre Inmaculada y Señora nuestra, a vivir la vida como vocación, a escuchar la llamada de Dios y responder con la entrega de nuestra vida.
Nuestra vocación no es sólo nuestra vocación, es nuestra vocación en la Iglesia y es una llamada de la Iglesia .Se trata del pasaje sacado de los Hechos de los Apóstoles, libro que algunos llaman muy justamente el Evangelio del Espíritu Santo: "Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos" (Hechos 1,8).

El Señor os lo dice a vosotros ahora. Sidney hizo redescubrir a muchos jóvenes la importancia del Espíritu Santo, en nuestra vida, en la vida del cristiano. El Espíritu nos pone en contacto íntimo con Dios, en quien se encuentra la fuente de toda auténtica riqueza humana.
Todos buscáis amar y ser amados.
Tenéis que volver a Dios para aprender a amar y para tener la fuerza de amar. El Espíritu, que es Amor, puede abrir vuestros corazones para recibir el don del amor auténtico. ¡Todos buscáis la verdad y queréis vivirla, vivir realmente!.
Cristo es esta verdad. Él es el único Camino, la única Verdad y la verdadera Vida.
Seguir a Cristo significa realmente "remar mar a dentro", como dicen varias veces los Salmos. El camino de la Verdad es uno y al mismo tiempo múltiple, según los diversos carismas, como la Verdad es una y al mismo tiempo de una riqueza inagotable. Confiad en el Espíritu Santo para descubrir a Cristo. El Espíritu es el guía necesario de la oración, el alma de nuestra esperanza y el manantial de la genuina alegría.Para ahondar en estas verdades de fe, os invito a meditar en la grandeza del sacramento de la Confirmación que habéis recibido y que os introduce en una vida de fe adulta. Es urgente comprender cada vez mejor este sacramento para comprobar la calidad y la hondura de vuestra fe y para robustecerla. El Espíritu Santo os acerca al misterio de Dios y os hace comprender quién es Dios. Os invita a ver en el prójimo al hermano que Dios os ha dado para vivir en comunión con él, humana y espiritualmente, para vivir, por tanto, como Iglesia. Al revelaros quién es Cristo muerto y resucitado por nosotros, nos impulsa a dar testimonio de Él. Estáis en la edad de la generosidad. Es urgente hablar de Cristo a vuestro alrededor, a vuestras familias y amigos, en vuestros lugares de estudio, de trabajo o de ocio. No tengáis miedo.
Tened "la valentía de vivir el Evangelio y la audacia de proclamarlo" (Mensaje a los jóvenes del mundo, 20 de julio de 2007).
Os aliento, pues, a tener las palabras justas para anunciar a Dios a vuestro alrededor, respaldando vuestro testimonio con la fuerza del Espíritu suplicada en la plegaria.
Llevad la Buena Noticia a los jóvenes de vuestra edad y también a los otros. Ellos conocen las turbulencias de la afectividad, la preocupación y la incertidumbre con respecto al trabajo y a los estudios.
Afrontan sufrimientos y tienen experiencia de alegrías únicas. Dad testimonio de Dios, porque, en cuanto jóvenes, formáis parte plenamente de la comunidad católica en virtud de vuestro Bautismo y por la común profesión de fe (cf. Ef 4,5). Quiero deciros que la Iglesia confía en vosotros.
Si sientes una inquietud escribenos....

domingo, 28 de marzo de 2010

Domingo de Ramos

“Ardientemente he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de padecer” (Lc 22, 15)
Queridos hermanos y hermanas en el Señor Jesús:
Con la celebración del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, hemos inaugurado con toda la Iglesia la celebración anual de los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. Ya desde el comienzo de la Cuaresma nos hemos venido preparando con la oración, la penitencia y la caridad para la celebración del Santo Triduo Pascual, para que participando ahora de la Cruz del Señor merezcamos un día participar en su gloriosa Resurrección.
Dios es lo más importante y trascendental de nuestra vida concreta
Jesús entró en la ciudad santa de Jerusalén sentado en un asno, en un “piajeno” diríamos nosotros los piuranos, que ni siquiera era de su propiedad.
Al hacerlo cumplió con la profecía de Zacarías, que anunciaba que el Rey de Israel, el Salvador, vendría a su pueblo justo y humilde cabalgando sobre un burro, hijo de asna (ver Zac 9, 9).
Los caballos en los tiempos del Señor representaban el poder militar y mundano. Con su ingreso a Jerusalén montado en un “piajeno” prestado, Jesús quiere expresar que Él carece de todo poder terrenal y que su verdadero poder reside en su confianza absoluta en Dios, su Padre.
De esta manera Jesús nos enseña que quien excluye a Dios de su vida y sólo se fía de los poderes de este mundo terminará irremediablemente por caminos equivocados y destructivos. “Donde Dios desaparece, el hombre no es más grande, pierde su dignidad divina, pierde el esplendor de Dios en su rostro”(1),enseña el Santo Padre Benedicto XVI. En cambio quien afirma a Dios y se confía a Él, llega a conocer el misterio de su propia identidad y el sentido del mundo en el que vive, haciéndose capaz de vivir de manera auténticamente humana y de construir un mundo realmente digno de la persona humana, en paz, reconciliación, justicia y amor.
En los tiempos en que vivimos, ¿No estamos expuestos al peligro de pensar que Dios no es la primera necesidad para el hombre, y que el desarrollo técnico y económico es más urgente que el espiritual? ¿No pensamos también que las realidades espirituales son menos eficaces que las materiales? ¿No sucede con frecuencia en nuestra vida que en medio de nuestras ocupaciones diarias, Dios pasa a un segundo plano?
La Semana Santa es ocasión propicia para tomar conciencia que Dios es lo más importante y trascendental de nuestra vida concreta y de que Dios tiene un nombre y un rostro: Jesús de Nazaret, quien hoy viene a nosotros como nuestro Rey montado en lomos de un burrito prestado. Por Él tenemos acceso al Padre. Por ello dejémonos guiar por Jesús para aprender el modo correcto de ser hombres y llegar al Reino de los Cielos. Sin Cristo Rey no hay camino y sin camino no hay verdad ni vida. Pongamos a los pies del Señor nuestras vidas mismas y no sólo ramos de olivo, vestiduras o palmas y proclamemos a voz en grito: “Bendito el que viene como rey en nombre de Señor” (Lc 19, 39). Sólo así encontraremos la vida verdadera que podremos comunicar a la sociedad y al mundo de hoy.
El Amor no es amadoPor el evangelista San Lucas sabemos que al inicio de la Última Cena, Jesús pronunció las siguientes palabras: “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de padecer” (Lc 22, 15). A lo largo de los tres años de su ministerio público, el Señor Jesús ha esperado con ansia el momento de entregarse totalmente por amor a nosotros para convertirse para siempre en nuestro don de salvación. Ahora bien: ¿Cuál es nuestra respuesta al anhelo de Jesús? Es decir: ¿Cuál es nuestra respuesta a su amor por nosotros que llega hasta el extremo de la Cruz? Seamos honestos: frecuentemente una gran indiferencia y un inmenso desdén interiores.
Peor aún, en esta Semana Santa algunos como Judas lo traicionarán y lo venderán cambiándolo por cualquier cosa. Otros como Caifás y sus secuaces lo odiarán y querrán nuevamente acabar con Él buscando acallar la voz de Su Iglesia, negándole el derecho que a Ella le asiste de hacerse presente en la vida pública y de iluminar con la luz del Evangelio la realidad social. Algunos como el cobarde y el pusilánime de Pilatos no tendrán el valor de ponerse de su lado y defenderlo sabiendo que Él es inocente, y más aún, el Camino, la Verdad y la Vida, y así se dejarán vencer por la presión de la mayoría y por el temor al qué dirán. Otros como Herodes vivirán frívolamente estos días santos en medio de mundana diversión y del pecado.
Cuán verdadera y vigente es aún para nuestros tiempos la conocida expresión de San Francisco de Asís: “el Amor no es amado”. Hagamos de esta Semana Santa una ocasión preciosa para crecer en el amor al Señor Jesús, y reconocer en Cristo el verdadero rostro de Dios, para adorarlo, amarlo y servirlo con entrega total, concientes que de ello depende nuestra felicidad y salvación.
Mirar la Cruz y en ella al CrucificadoEn estos días santos detengámonos a rezar ante el Crucifijo, con la mirada puesta en el costado traspasado del Señor. Quien lo hace sinceramente, no puede menos que experimentar en su interior la alegría de saberse amado y el deseo de amar y de ser instrumento de misericordia y reconciliación.
“La Cruz es la inclinación más profunda de la divinidad hacia el hombre, un toque de amor eterno sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena”(2). Por el misterio de la Cruz, el Señor Jesús se ha inclinado ante nuestros sucios pies, ante la inmundicia de nuestros pecados y nos ha lavado y purificado con su amor excelso.
Dejémonos tocar por su Amor crucificado para así ser hombres y mujeres nuevos y santos. No importa cuán lejos nos hayamos ido de su presencia o cuán profundo hayamos caído, su amor es más grande que todos nuestros pecados y su misericordia es capaz de perdonarlo y renovarlo todo. Si a través de un arrepentimiento sincero y por medio de la confesión sacramental, propia de estos días santos, nos dejamos introducir en su Amor, quedaremos lavados y nuestras vidas transformadas con un horizonte de total esperanza. Recordemos lo acontecido a San Dimas, el buen ladrón crucificado con Jesús, de tanta devoción entre nosotros. A Dimas le bastó un solo movimiento de puro amor para que toda una vida criminal le fuera perdonada.
Como Dimas, ¿Haremos de la Semana Santa una ocasión preciosa, quién sabe la última de nuestra vida, para que a través del sacramento de la reconciliación pidamos sincero perdón por nuestros pecados y así nos ganemos el cielo?
“Y resucitó al tercer día, según las escrituras” “Cristo ha resucitado”. La resurrección de Cristo es el fundamento de la fe cristiana que confesamos con la Iglesia en palabras que se remontan hasta la comunidad originaria de Jerusalén, hasta la predicación del mismo Jesús y que hunde sus raíces en el Antiguo Testamento. ¿Qué sucedería si la Resurrección de Jesús no hubiera tenido lugar? Significaría que Jesús sería un muerto más, que su historia hubiera terminado el Viernes Santo. Jesús sería alguien que alguna vez fue. Significaría que Dios no quiere o no puede intervenir en la historia para liberarnos del mal y quitar el peso del poder de la muerte de nuestras vidas.
Pero no, “Cristo en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón” (Lc 24, 34), como atestigua el Evangelio, y por tanto el Amor que es Dios, manifestado en Cristo Jesús, es real, existe y nos salva, y ha vencido al pecado y a su fruto más amargo: la muerte.
En el día santo de Pascua no hay lugar para la tristeza o la desesperanza. Nuestras vidas y nuestro mundo, por más dificultades que podamos encontrar en ellos, tienen esperanza, futuro y porvenir en Cristo. Más aún, la Pascua nos recuerda que este mundo no está cerrado en sí mismo sino abierto a la trascendencia, a Dios-Amor, Uno y Trino, y que un día con la última y definitiva venida de Cristo resucitado y glorificado, podremos pasar de la celebración del misterio de esta Pascua a la Pascua que no acaba donde nacerán los “cielos nuevos y la tierra nueva” (ver Ap 21, 1).
Una semana para vivir en el amor, bajo la guía de Santa MaríaQué grandes son los misterios que celebramos en Semana Santa: la institución del Sacerdocio y la Eucaristía; el mandamiento del amor fraterno; la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Mi invocación a todos para que participemos piadosa y activamente en todas las celebraciones eucarísticas, liturgias y actividades de Semana Santa de nuestras parroquias, siguiendo la máxima que dice: “no amemos con tibieza a Dios que nos ama con tanto ardor”(3). A los sacerdotes de la Arquidiócesis los exhorto a que preparen la celebración del Triduo Pascual con todo esmero y reverencia. Que sobre todo en este Año Sacerdotal, los fieles cristianos nos encuentren más disponibles que nunca para la confesión sacramental, sacramento de tanto aprecio y práctica entre nuestro pueblo cristiano, especialmente durante estos días santos.
Confiémonos en estos días al amor maternal de Santa María, Madre de Cristo y de la Iglesia. Ella estuvo fiel al pie de la Cruz, uniéndose al sacrificio de su Hijo, cooperando con amor de Madre a nuestra reconciliación. Después que el Señor Jesús fue colocado en el sepulcro, María es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio glorioso y sorprendente de la Resurrección. En su condición de Madre del Señor Jesús, es la primera que recibe el Domingo de Pascua la visita de Cristo resucitado. Por todo ello, quién mejor que Ella para guiarnos a vivir la Semana Santa en toda su riqueza y belleza.
¡Feliz Pascua de Resurrección! Que el Señor resucitado colme nuestras vidas de esperanza, de aquella que brota de saber que Él ha resucitado y ha vencido para siempre el pecado y la muerte.
Jose Antonio Eguren Anselmi s.v.c

Arzobispo de Piura

viernes, 19 de marzo de 2010

San Jose

martes, 9 de marzo de 2010

Seguir a Jesús es ....


Entregarse a Él y a su servicio por amor, es la vocación, no sólo de algunos elegidos, sino de todo cristiano: consagrado o no, hombre o mujer Todos son llamados a seguir a Cristo.Y cuanto más se avanza por este camino, más se hace semejante a Cristo, y puesto que Cristo personifica el ideal de la perfección humana, -libre de toda mancha, rica de caracteres masculinos y femeninos, libre de toda limitación terrenal, sus seguidores fieles son elevados por encima de los confines naturales.Por eso encontramos en hombres santos una bondad y una ternura femenina una solicitud verdaderamente maternal por las almas confiadas a ellos; y en mujeres santas una audacia y una disponibilidad y decisión auténticamente masculinas. De este modo el seguimiento de Cristo conlleva el desarrollo en plenitud de la vocación originaria del hombre: ser autentica imagen de Dios.

Edith Stein

domingo, 21 de febrero de 2010

Pues quiere amistades..


«¡Oh hermanos, oh hermanos e hijos de este Dios!
Esforcémonos, esforcémonos, pues sabéis que dice Su Majestad que en pesándonos de haberle ofendido no se acordará de nuestras culpas y maldades. ¡Oh piedad tan sin medida! ¿Qué más queremos? ¿Por ventura hay quien no tuviera vergüenza de pedir tanto?
Ahora es tiempo de tomar lo que nos da este Señor piadoso y Dios nuestro. Pues quiere amistades ¿quién las negará a quien no negó derramar toda su sangre y perder la vida por nosotros? Mirad que no es nada lo que pide, que por nuestro provecho nos está bien el hacerlo.»

(Teresa de Jesús, Exclamación 14,3)

sábado, 13 de febrero de 2010

Secreto de la Felicidad


"Si me preguntaran por el secreto de la felicidad, diría que consiste en desentenderse de nosotros mismos, en negarse constantemente. He aquí un método eficaz para vencer el orgullo: matarlo de hambre. Mira, el orgullo es amor propio. Pues bien; el amor de Dios debe ser tan fuerte que anule por completo nuestro amor propio. San Agustín dice que existen en nosotros dos ciudades: la ciudad de Dios y la mía. Cuanto más crezca la primera más disminuirá la segunda. Un alma que viva de fe, bajo la mirada de Dios, que posea aquel ojo puro de que habla Cristo en el Evangelio (Mt. 6, 22) es decir, esa pureza de intención que sólo ve a Dios en todas las cosas, esa alma vivirá también en humildad y reconocerá los dones que ha recibido porque la humildad es la verdad. El alma nada se apropia.
Todo se lo atribuye a Dios como hacía la Santísima Virgen.
Coloca entonces tu miseria como María Magdalena a los pies del divino Maestro y suplicale que te libre de ella. ¡Le agrada tanto ver que un alma reconoce su fragilidad! En ese momento, como decía una gran santa, el abismo de la inmensidad de Dios se encuentra frente por frente del abismo de la nada de la criatura y Dios abraza esa nada.Querida, no es orgullo pensar que no te gusta la vida fácil. Pienso ciertamente que Dios quiere que tu vida se desarrolle en una atmósfera donde se respire aire divino.
Mira, me causan profunda compasión las almas que no saben vivir por encima de este mundo y de las cosas superficiales. Viven esclavizadas y quisiera decirles: Sacudid el yugo que os oprime. ¿Por qué no rompéis esos lazos que os tienen prisioneras y os sujetan a cosas que valen menos que vosotras?".
Sor isabel de la Trinidad

martes, 2 de febrero de 2010

Pensamiento del Día sta.Teresa de Jesús


"Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios, quieren poner su Iglesia por el suelo, ¿ y hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios las diese, tendríamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios cosas de poca importancia" (Camino de Perfección 1, 5)"

Determiné a hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que estas poquitas que están aquí hiciesen lo mismo".

(Camino de Perfección 1, 2)

martes, 26 de enero de 2010

¡Dame de Beber Señor ! oremos con Sta Teresa de Jesús

1.¡Oh piadoso y amoroso Señor de mi alma! También decís Vos: Venid a mí todos los que tenéis sed, que yo os daré a beber. Pues ¿cómo puede dejar de tener gran sed el que se está ardiendo en vivas llamas en las codicias de estas cosas miserables de la tierra? Hay grandísima necesidad de agua para que en ella no se acabe de consumir. Ya sé yo, Señor mío, de vuestra bondad que se lo daréis; Vos mismo lo decís; no pueden faltar vuestras palabras. Pues si de acostumbrados a vivir en este fuego y de criados en él, ya no lo sienten ni atinan de desatinados a ver su gran necesidad, ¿qué remedio, Dios mío? Vos vinisteis al mundo para remediar tan grandes necesidades como éstas. Comenzad, Señor; en las cosas más dificultosas se ha de mostrar vuestra piedad. Mirad, Dios mío,que van ganando mucho vuestros enemigos. Habed piedad de los que no la tienen de sí; ya que su desventura los tiene puestos en estado que no quieren venir a Vos, venid Vos a ellos, Dios mío. Yo os lo pido en su nombre, y sé que, como se entiendan y tornen ensí, y comiencen a gustar de Vos, resucitarán estos muertos
.2. ¡Oh Vida, que la dais a todos! No me neguéis a mí esta agua dulcísima que prometéis a los que la quieren. Yo la quiero, Señor, y la pido, y vengo a Vos. No os escondáis, Señor, de mí, pues sabéis mi necesidad y que es verdadera medicina del alma llagada por Vos. ¡Oh Señor, qué de maneras de fuegos hay en esta vida! ¡Oh, con cuánta razón se ha de vivir con temor! ¡Unos consumen el alma, otros la purifican para que viva para siempre gozando de Vos. ¡Oh fuentes vivas de las llagas de mi Dios, cómo manaréis siempre con gran abundancia para nuestro mantenimiento y qué seguro irá por los peligros de esta miserable vida el que procurare sustentarse de este divino licor!

Teresa de Jesús, Exclamación 9.

domingo, 24 de enero de 2010

Pensamiento del Día

«¡Oh, mi suave descanso de los amadores de mi Dios! No faltéis a quien os ama, pues por Vos ha de crecer y mitigarse el tormento que causa el Amado al alma que le desea. Deseo yo, Señor, contentaros; mas mi contento bien sé que no está en ninguno de los mortales. Siendo esto así, no culparéis a mi deseo. Véisme aquí, Señor; si es necesario vivir para haceros algún servicio, no rehuso todos cuantos trabajos en la tierra me puedan venir, como decía vuestro amador San Martín.» ( Teresa de Jesús,Exclamación 15,2)

miércoles, 20 de enero de 2010

Oremos con Sta.Teresa de Jesús

Decís Vos: Venid a mí todos los que trabajáis y estáis cargados, que yo os consolaré. ¿Qué más queremos, Señor? ¿Qué pedimos? ¿Qué buscamos? ¿Por qué están los del mundo perdidos, sino por buscar descanso? ¡Válgame Dios, oh, válgame Dios! ¿Qué es esto, Señor? ¡Oh, qué lástima! ¡Oh, qué gran ceguedad, que le busquemos en lo que es imposible hallarle! Habed piedad, Criador, de estas vuestras criaturas. Mirad que no nos entendemos, ni sabemos lo que deseamos, ni atinamos lo que pedimos. Dadnos, Señor, luz; mirad que es más menester que al ciego que lo era de su nacimiento, que éste deseaba ver la luz y no podía. Ahora, Señor, no se quiere ver. ¡Oh, qué mal tan incurable! Aquí, Dios mío, se ha de mostrar vuestro poder, aquí vuestra misericordia.¡Oh, qué recia cosa os pido, verdadero Dios mío, que queráis a quien no os quiere, que abráis a quien no os llama, que deis salud a quien gusta de estar enfermo y anda procurando la enfermedad! Vos decís, Señor mío, que venís a buscar los pecadores; éstos, Señor, son los verdaderos pecadores.
No miréis nuestra ceguedad, mi Dios, sino a la mucha sangre que derramó vuestro Hijo por nosotros. Resplandezca vuestra misericordia en tan crecida maldad; mirad, Señor, que somos hechura vuestra. Válganos vuestra bondad y misericordia.
Teresa de Jesús, Exclamación 8

sábado, 2 de enero de 2010