domingo, 9 de mayo de 2010

Para ti que Buscas un encuentro con Cristo...


La última cita de Benedicto XVI en este breve viaje a Malta fue con los jóvenes a quienes recordó que el encuentro personal con Jesús es una experiencia sobrecogedora de un amor que reconoce nuestras capacidades y errores que no rechaza a nadie, que reta al cambio y da la fuerza de oponerse a las presiones de un mundo hostil al mensaje evangélico.
Con la invitación a no tener miedo, el Papa narró la experiencia de San Pablo quien habiendo “perseguido con saña a la iglesia” tuvo un encuentro con el Señor en el camino de Damasco que trasformó su vida, “se convirtió en un discípulo y llegó a ser un gran apóstol y misionero.
“Dios ama a cada uno de nosotros con una profundidad y una intensidad que no podemos ni siquiera imaginar. Él nos conoce íntimamente, conoce cada una de nuestras capacidades y cada uno de nuestros errores. Puesto que nos ama tanto, desea purificarnos de nuestros errores y fortalecer nuestras virtudes de manera que podamos tener vida en abundancia. Aunque nos llame la atención cuando hay algo en nuestra vida que le desagrada, no nos rechaza, sino que nos pide cambiar y ser más perfectos. Esto es lo que le pidió a san Pablo en el camino de Damasco. Dios no rechaza a nadie, y la Iglesia tampoco rechaza a nadie. Más aún, en su gran amor, Dios nos reta a cada uno para que cambiemos y seamos mejores”.
El Santo Padre recordó que la llamada a no tener miedo y que se repite tantas veces en las Escrituras, en el anuncio del Ángel a María, en la invitación de Jesús a Pedro para que sea su discípulo, a Pablo en vísperas de su naufragio, es el mismo para todos aquellos que quieren seguir a Cristo como esposos, padres, sacerdotes, religiosos o fieles laicos
“No tengáis miedo. Encontrareis ciertamente oposición al mensaje del Evangelio. La cultura de hoy, como cualquier cultura, promueve ideas y valores que contrastan en ocasiones con las que vivía y predicaba nuestro Señor Jesucristo. A veces, estas ideas son presentadas con un gran poder de persuasión, reforzadas por los medios y por las presiones sociales de grupos hostiles a la fe cristiana. Cuando se es joven e impresionable, es fácil sufrir el influjo de otros para que aceptemos ideas y valores que sabemos que no son los que el Señor quiere de verdad para nosotros”.
En este contexto, al reiterar su llamamiento a confiar en Dios, sin temores, el Papa pidió a los jóvenes, en especial en este Año Sacerdotal, que estén abiertos a recibir la llamada del Señor y entregarse totalmente al servicio de su pueblo en el sacerdocio o en la vida consagrada.
Benedicto XVI no dejó de enaltecer la marcada fe y los valores cristianos de la sociedad maltesa, que defiende tanto al niño por nacer como la estabilidad familiar, que valora y cuida a sus ancianos y enfermos, un ejemplo significativo para “la sociedad europea donde los valores evangélicos están llegando a ser de nuevo una contracultura, como ocurría en tiempos de san Pablo”.

“Como cristianos, estamos llamados a manifestar el amor de Dios que incluye a todos. Por eso, hemos de socorrer al pobre, al débil, al marginado; tenemos que ocuparnos especialmente por los que pasan por momentos de dificultad, por los que padecen depresión o ansiedad; debemos atender a los discapacitados y hacer todo lo que esté en nuestra mano por promover su dignidad y calidad de vida; tendremos que prestar atención a las necesidades de los inmigrantes y de aquellos que buscan asilo en nuestra tierra; tenemos que tender una mano amiga a los creyentes y a los no creyentes.
Esta es la noble vocación de amor y servicio que todos nosotros hemos recibido. Que esto os impulse a dedicar vuestra vida a seguir a Cristo”.
Benedicto XVI