domingo, 20 de septiembre de 2009

Dichosa gota de rocío tan sola conocida por Jesús

¡Dichosa gota de rocío, tan sólo conocida de Jesús...!, no te pares a contemplar el curso sonoro de los ríos que causan la admiración de las criaturas; no envidies ni siquiera al claro arroyo que serpentea por las praderas. Cierto que es muy dulce su murmullo...Pero pueden oírlo las criaturas..., y además el cáliz de la flor de los campos no puede contenerlo. No puede ser sólo de Jesús. Para ser suyos, es preciso ser pequeños, ¡ pequeños como gotas de rocío...!¡ Y qué pocas son las almas que aspitran a ser así de pequeñas..! Pero tal vez digan: ¿ acaso no son mucho más útiles el río y el arroyo que la gota de rocío? ¿Para que sirve ésta? No sirve más que para refrescar durante unos instantes a una flor de los campos que hoy es y mañana ha desaparecido...Sin duda, estas personas tienen razón: la gota de rocío sólo sirve para eso.
Pero esas personas no conocen a la Flor de los campos que ha querido habitar en nuestra tierra de destierro y vivir en ella la breve noche de la vida. Si la conociesen, entenderían el reproche que Jesús hizo una vez a Marta...Nuestro Amado no tiene necesidad de nuestros grandes pensamientos ni de nuestras obras deslumbrantes... él tiene necesidad de nuestro amor"

Teresa de Lisieux, Carta 141.

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