
La Cuaresma simboliza, nos señala y recuerda un "paso", una pascua, un itinerario a seguir de manera permanente: el paso de la nada a la existencia, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, de lo insignificante a la vida abundante en Dios, por medio de su Hijo Jesucristo. Y es que convertirnos significa destruir, dejar atrás, quemar, volver cenizas el "hombre viejo", el hombre-sin-Cristo para revestirnos del hombre "nuevo", el hombre-en-el-espíritu, que es fuego nuevo en el mundo.El Miércoles de Ceniza, mientras el ministro impone la ceniza al penitente dice estas dos expresiones alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" y/o "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver." Signo y palabras que expresan muy adecuadamente nuestra creaturalidad, nuestra absoluta dependencia de Dios, nuestro peregrinaje hacia una patria definitiva, nuestra caducidad.
¡Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo.
¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.
Thomas Merton.
No hay comentarios:
Publicar un comentario