Cuando nos purificamos, de manera natural Dios fluye dentro de nosotros y cuando sometemos nuestra voluntad, invitamos a Dios a querer para nosotros lo que el quiere para sí mismo.
Dios debe querer en mi lugar, y si no lo hiciere me descuidaría a mí y a sí mismo.Cuando nada quiero para mí, Dios quiere en mi lugar.Y ¿qué es lo que Él quiere para míDios quiere que yo no quiera por mí mismo.Cuando me despojo de mi yo el querer de Dios se asemeja a mi propio querer.
Una persona obediente jamás dice: “Esto es lo que quiero”.
Una persona obediente sólo buscar renunciar a sí misma, no pedirá que se le haga virtuosa o que se le dé la vida eterna; pedirá conocer solamente lo que Dios quiere.Esa clase de oración es infinitamente superior a cualquier otra forma de oración.El verdadero discípulo de Dios no se siente satisfecho cuando alguien le da cosas o le dice lo que quiere oír.
Lo único que anhelamos es hacer lo que más le gusta a Dios.
En el curso del día.Cuando nada quiero para mí, Dios quiere en mi lugar".
Maestro Eckhart
No hay comentarios:
Publicar un comentario